1Los proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel.
2Para entender sabiduría y doctrina, Para conocer razones prudentes,
3Para recibir el consejo de prudencia, Justicia, juicio y equidad;
4Para dar sagacidad a los simples, Y a los jóvenes inteligencia y cordura.
5Oirá el sabio, y aumentará el saber, Y el entendido adquirirá consejo,
6Para entender proverbio y declaración, Palabras de sabios, y sus dichos profundos.
7El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.
8Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre;
9Porque adorno de gracia serán a tu cabeza, Y collares a tu cuello.
10Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, No consientas.
11Si dijeren: Ven con nosotros; Pongamos asechanzas para derramar sangre, Acechemos sin motivo al inocente;
12Los tragaremos vivos como el Seol, Y enteros, como los que caen en un abismo;
13Hallaremos riquezas de toda clase, Llenaremos nuestras casas de despojos;
14Echa tu suerte entre nosotros; Tengamos todos una bolsa,?
15Hijo mío, no andes en camino con ellos. Aparta tu pie de sus veredas,
16Porque sus pies corren hacia el mal, Y van presurosos a derramar sangre.
17Porque en vano se tenderá la red Ante los ojos de toda ave;
18Pero ellos a su propia sangre ponen asechanzas, Y a sus almas tienden lazo.
19Tales son las sendas de todo el que es dado a la codicia, La cual quita la vida de sus poseedores.
20La sabiduría clama en las calles, Alza su voz en las plazas;
21Clama en los principales lugares de reunión; En las entradas de las puertas de la ciudad dice sus razones.
22¿Hasta cuándo, oh simples, amaréis la simpleza, Y los burladores desearán el burlar, Y los insensatos aborrecerán la ciencia?
23Volveos a mi reprensión; He aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros, Y os haré saber mis palabras.
24Por cuanto llamé, y no quisisteis oír, Extendí mi mano, y no hubo quien atendiese,
25Sino que desechasteis todo consejo mío Y mi reprensión no quisisteis,
26También yo me reiré en vuestra calamidad, Y me burlaré cuando os viniere lo que teméis;
27Cuando viniere como una destrucción lo que teméis, Y vuestra calamidad llegare como un torbellino; Cuando sobre vosotros viniere tribulación y angustia.
28Entonces me llamarán, y no responderé; Me buscarán de mañana, y no me hallarán.
29Por cuanto aborrecieron la sabiduría, Y no escogieron el temor de Jehová,
30Ni quisieron mi consejo, Y menospreciaron toda reprensión mía,
31Comerán del fruto de su camino, Y serán hastiados de sus propios consejos.
32Porque el desvío de los ignorantes los matará, Y la prosperidad de los necios los echará a perder;
33Mas el que me oyere, habitará confiadamente Y vivirá tranquilo, sin temor del mal.
1Hijo mío, si recibieres mis palabras, Y mis mandamientos guardares dentro de ti,
2Haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; Si inclinares tu corazón a la prudencia,
3Si clamares a la inteligencia, Y a la prudencia dieres tu voz;
4Si como a la plata la buscares, Y la escudriñares como a tesoros,
5Entonces entenderás el temor de Jehová, Y hallarás el conocimiento de Dios.
6Porque Jehová da la sabiduría, Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia.
7El provee de sana sabiduría a los rectos; Es escudo a los que caminan rectamente.
8Es el que guarda las veredas del juicio, Y preserva el camino de sus santos.
9Entonces entenderás justicia, juicio Y equidad, y todo buen camino.
10Cuando la sabiduría entrare en tu corazón, Y la ciencia fuere grata a tu alma,
11La discreción te guardará; Te preservará la inteligencia,
12Para librarte del mal camino, De los hombres que hablan perversidades,
13Que dejan los caminos derechos, Para andar por sendas tenebrosas;
14Que se alegran haciendo el mal, Que se huelgan en las perversidades del vicio;
15Cuyas veredas son torcidas, Y torcidos sus caminos.
16Serás librado de la mujer extraña, De la ajena que halaga con sus palabras,
17La cual abandona al compañero de su juventud, Y se olvida del pacto de su Dios.
18Por lo cual su casa está inclinada a la muerte, Y sus veredas hacia los muertos;
19Todos los que a ella se lleguen, no volverán, Ni seguirán otra vez los senderos de la vida.
20Así andarás por el camino de los buenos, Y seguirás las veredas de los justos;
21Porque los rectos habitarán la tierra, Y los perfectos permanecerán en ella,
22Mas los impíos serán cortados de la tierra, Y los prevaricadores serán de ella desarraigados.
1Hijo mío, no te olvides de mi ley, Y tu corazón guarde mis mandamientos;
2Porque largura de días y años de vida Y paz te aumentarán.
3Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; Atalas a tu cuello, Escríbelas en la tabla de tu corazón;
4Y hallarás gracia y buena opinión Ante los ojos de Dios y de los hombres.
5Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia.
6Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas.
7No seas sabio en tu propia opinión; Teme a Jehová, y apártate del mal;
8Porque será medicina a tu cuerpo, Y refrigerio para tus huesos.
9Honra a Jehová con tus bienes, Y con las primicias de todos tus frutos;
10Y serán llenos tus graneros con abundancia, Y tus lagares rebosarán de mosto.
11No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, Ni te fatigues de su corrección;
12Porque Jehová al que ama castiga, Como el padre al hijo a quien quiere.
13Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, Y que obtiene la inteligencia;
14Porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, Y sus frutos más que el oro fino.
15Más preciosa es que las piedras preciosas; Y todo lo que puedes desear, no se puede comparar a ella.
16Largura de días está en su mano derecha; En su izquierda, riquezas y honra.
17Sus caminos son caminos deleitosos, Y todas sus veredas paz.
18Ella es árbol de vida a los que de ella echan mano, Y bienaventurados son los que la retienen.
19Jehová con sabiduría fundó la tierra; Afirmó los cielos con inteligencia.
20Con su ciencia los abismos fueron divididos, Y destilan rocío los cielos.
21Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos; Guarda la ley y el consejo,
22Y serán vida a tu alma, Y gracia a tu cuello.
23Entonces andarás por tu camino confiadamente, Y tu pie no tropezará.
24Cuando te acuestes, no tendrás temor, Sino que te acostarás, y tu sueño será grato.
25No tendrás temor de pavor repentino, Ni de la ruina de los impíos cuando viniere,
26Porque Jehová será tu confianza, Y él preservará tu pie de quedar preso.
27No te niegues a hacer el bien a quien es debido, Cuando tuvieres poder para hacerlo.
28No digas a tu prójimo: Anda, y vuelve, Y mañana te daré, Cuando tienes contigo qué darle.
29No intentes mal contra tu prójimo Que habita confiado junto a ti.
30No tengas pleito con nadie sin razón, Si no te han hecho agravio.
31No envidies al hombre injusto, Ni escojas ninguno de sus caminos.
32Porque Jehová abomina al perverso; Mas su comunión íntima es con los justos.
33La maldición de Jehová está en la casa del impío, Pero bendecirá la morada de los justos.
34Ciertamente él escarnecerá a los escarnecedores, Y a los humildes dará gracia.
35Los sabios heredarán honra, Mas los necios llevarán ignominia.
1Oíd, hijos, la enseñanza de un padre, Y estad atentos, para que conozcáis cordura.
2Porque os doy buena enseñanza; No desamparéis mi ley.
3Porque yo también fui hijo de mi padre, Delicado y único delante de mi madre.
4Y él me enseñaba, y me decía: Retenga tu corazón mis razones, Guarda mis mandamientos, y vivirás.
5Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; No te olvides ni te apartes de las razones de mi boca;
6No la dejes, y ella te guardará; Amala, y te conservará.
7Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; Y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia.
8Engrandécela, y ella te engrandecerá; Ella te honrará, cuando tú la hayas abrazado.
9Adorno de gracia dará a tu cabeza; Corona de hermosura te entregará.
10Oye, hijo mío, y recibe mis razones, Y se te multiplicarán años de vida.
11Por el camino de la sabiduría te he encaminado, Y por veredas derechas te he hecho andar.
12Cuando anduvieres, no se estrecharán tus pasos, Y si corrieres, no tropezarás.
13Retén el consejo, no lo dejes; Guárdalo, porque eso es tu vida.
14No entres por la vereda de los impíos, Ni vayas por el camino de los malos.
15Déjala, no pases por ella; Apártate de ella, pasa.
16Porque no duermen ellos si no han hecho mal, Y pierden el sueño si no han hecho caer a alguno.
17Porque comen pan de maldad, y beben vino de robos;
18Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, Que va en aumento hasta que el día es perfecto.
19El camino de los impíos es como la oscuridad; No saben en qué tropiezan.
20Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones.
21No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón;
22Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su cuerpo.
23Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.
24Aparta de ti la perversidad de la boca, Y aleja de ti la iniquidad de los labios.
25Tus ojos miren lo recto, Y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante.
26Examina la senda de tus pies, Y todos tus caminos sean rectos.
27No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; Aparta tu pie del mal.
1Hijo mío, está atento a mi sabiduría, Y a mi inteligencia inclina tu oído,
2Para que guardes consejo, Y tus labios conserven la ciencia.
3Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, Y su paladar es más blando que el aceite;
4Mas su fin es amargo como el ajenjo, Agudo como espada de dos filos.
5Sus pies descienden a la muerte; Sus pasos conducen al Seol.
6Sus caminos son inestables; no los conocerás, Si no considerares el camino de vida.
7Ahora pues, hijos, oídme, Y no os apartéis de las razones de mi boca.
8Aleja de ella tu camino, Y no te acerques a la puerta de su casa;
9Para que no des a los extraños tu honor, Y tus años al cruel;
10No sea que extraños se sacien de tu fuerza, Y tus trabajos estén en casa del extraño;
11Y gimas al final, Cuando se consuma tu carne y tu cuerpo,
12Y digas: ¡Cómo aborrecí el consejo, Y mi corazón menospreció la reprensión;
13No oí la voz de los que me instruían, Y a los que me enseñaban no incliné mi oído!
14Casi en todo mal he estado, En medio de la sociedad y de la congregación.
15Bebe el agua de tu misma cisterna, Y los raudales de tu propio pozo.
16¿Se derramarán tus fuentes por las calles, Y tus corrientes de aguas por las plazas?
17Sean para ti solo, Y no para los extraños contigo.
18Sea bendito tu manantial, Y alégrate con la mujer de tu juventud,
19Como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, Y en su amor recréate siempre.
20¿Y por qué, hijo mío, andarás ciego con la mujer ajena, Y abrazarás el seno de la extraña?
21Porque los caminos del hombre están ante los ojos de Jehová, Y él considera todas sus veredas.
22Prenderán al impío sus propias iniquidades, Y retenido será con las cuerdas de su pecado.
23El morirá por falta de corrección, Y errará por lo inmenso de su locura.
1Hijo mío, si salieres fiador por tu amigo, Si has empeñado tu palabra a un extraño,
2Te has enlazado con las palabras de tu boca, Y has quedado preso en los dichos de tus labios.
3Haz esto ahora, hijo mío, y líbrate, Ya que has caído en la mano de tu prójimo; Ve, humíllate, y asegúrate de tu amigo.
4No des sueño a tus ojos, Ni a tus párpados adormecimiento;
5Escápate como gacela de la mano del cazador, Y como ave de la mano del que arma lazos.
6Ve a la hormiga, oh perezoso, Mira sus caminos, y sé sabio;
7La cual no teniendo capitán, Ni gobernador, ni señor,
8Prepara en el verano su comida, Y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento.
9Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño?
10Un poco de sueño, un poco de dormitar, Y cruzar por un poco las manos para reposo;
11Así vendrá tu necesidad como caminante, Y tu pobreza como hombre armado.
12El hombre malo, el hombre depravado, Es el que anda en perversidad de boca;
13Que guiña los ojos, que habla con los pies, Que hace señas con los dedos.
14Perversidades hay en su corazón; anda pensando el mal en todo tiempo; Siembra las discordias.
15Por tanto, su calamidad vendrá de repente; Súbitamente será quebrantado, y no habrá remedio.
16Seis cosas aborrece Jehová, Y aun siete abomina su alma:
17Los ojos altivos, la lengua mentirosa, Las manos derramadoras de sangre inocente,
18El corazón que maquina pensamientos inicuos, Los pies presurosos para correr al mal,
19El testigo falso que habla mentiras, Y el que siembra discordia entre hermanos. Amonestación contra el adulterio
20Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, Y no dejes la enseñanza de tu madre;
21Atalos siempre en tu corazón, Enlázalos a tu cuello.
22Te guiarán cuando andes; cuando duermas te guardarán; Hablarán contigo cuando despiertes.
23Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, Y camino de vida las reprensiones que te instruyen,
24Para que te guarden de la mala mujer, De la blandura de la lengua de la mujer extraña.
25No codicies su hermosura en tu corazón, Ni ella te prenda con sus ojos;
26Porque a causa de la mujer ramera el hombre es reducido a un bocado de pan; Y la mujer caza la preciosa alma del varón.
27¿Tomará el hombre fuego en su seno Sin que sus vestidos ardan?
28¿Andará el hombre sobre brasas Sin que sus pies se quemen?
29Así es el que se llega a la mujer de su prójimo; No quedará impune ninguno que la tocare.
30No tienen en poco al ladrón si hurta Para saciar su apetito cuando tiene hambre;
31Pero si es sorprendido, pagará siete veces; Entregará todo el haber de su casa.
32Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento; Corrompe su alma el que tal hace.
33Heridas y vergüenza hallará, Y su afrenta nunca será borrada.
34Porque los celos son el furor del hombre, Y no perdonará en el día de la venganza.
35No aceptará ningún rescate, Ni querrá perdonar, aunque multipliques los dones.
1Hijo mío, guarda mis razones, Y atesora contigo mis mandamientos.
2Guarda mis mandamientos y vivirás, Y mi ley como las niñas de tus ojos.
3Lígalos a tus dedos; Escríbelos en la tabla de tu corazón.
4Di a la sabiduría: Tú eres mi hermana, Y a la inteligencia llama parienta;
5Para que te guarden de la mujer ajena, Y de la extraña que ablanda sus palabras.
6Porque mirando yo por la ventana de mi casa, Por mi celosía,
7Vi entre los simples, Consideré entre los jóvenes, A un joven falto de entendimiento,
8El cual pasaba por la calle, junto a la esquina, E iba camino a la casa de ella,
9A la tarde del día, cuando ya oscurecía, En la oscuridad y tinieblas de la noche.
10Cuando he aquí, una mujer le sale al encuentro, Con atavío de ramera y astuta de corazón.
11Alborotadora y rencillosa, Sus pies no pueden estar en casa;
12Unas veces está en la calle, otras veces en las plazas, Acechando por todas las esquinas.
13Se asió de él, y le besó. Con semblante descarado le dijo:
14Sacrificios de paz había prometido, Hoy he pagado mis votos;
15Por tanto, he salido a encontrarte, Buscando diligentemente tu rostro, y te he hallado.
16He adornado mi cama con colchas Recamadas con cordoncillo de Egipto;
17He perfumado mi cámara Con mirra, áloes y canela.
18Ven, embriaguémonos de amores hasta la mañana; Alegrémonos en amores.
19Porque el marido no está en casa; Se ha ido a un largo viaje.
20La bolsa de dinero llevó en su mano; El día señalado volverá a su casa.
21Lo rindió con la suavidad de sus muchas palabras, Le obligó con la zalamería de sus labios.
22Al punto se marchó tras ella, Como va el buey al degolladero, Y como el necio a las prisiones para ser castigado;
23Como el ave que se apresura a la red, Y no sabe que es contra su vida, Hasta que la saeta traspasa su corazón.
24Ahora pues, hijos, oídme, Y estad atentos a las razones de mi boca.
25No se aparte tu corazón a sus caminos; No yerres en sus veredas.
26Porque a muchos ha hecho caer heridos, Y aun los más fuertes han sido muertos por ella.
27Camino al Seol es su casa, Que conduce a las cámaras de la muerte.
1¿No clama la sabiduría, Y da su voz la inteligencia?
2En las alturas junto al camino, A las encrucijadas de las veredas se para;
3En el lugar de las puertas, a la entrada de la ciudad, A la entrada de las puertas da voces:
4Oh hombres, a vosotros clamo; Dirijo mi voz a los hijos de los hombres.
5Entended, oh simples, discreción; Y vosotros, necios, entrad en cordura.
6Oíd, porque hablaré cosas excelentes, Y abriré mis labios para cosas rectas.
7Porque mi boca hablará verdad, Y la impiedad abominan mis labios.
8Justas son todas las razones de mi boca; No hay en ellas cosa perversa ni torcida.
9Todas ellas son rectas al que entiende, Y razonables a los que han hallado sabiduría.
10Recibid mi enseñanza, y no plata; Y ciencia antes que el oro escogido.
11Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas; Y todo cuanto se puede desear, no es de compararse con ella.
12Yo, la sabiduría, habito con la cordura, Y hallo la ciencia de los consejos.
13El temor de Jehová es aborrecer el mal; La soberbia y la arrogancia, el mal camino, Y la boca perversa, aborrezco.
14Conmigo está el consejo y el buen juicio; Yo soy la inteligencia; mío es el poder.
15Por mí reinan los reyes, Y los príncipes determinan justicia.
16Por mí dominan los príncipes, Y todos los gobernadores juzgan la tierra.
17Yo amo a los que me aman, Y me hallan los que temprano me buscan.
18Las riquezas y la honra están conmigo; Riquezas duraderas, y justicia.
19Mejor es mi fruto que el oro, y que el oro refinado; Y mi rédito mejor que la plata escogida.
20Por vereda de justicia guiaré, Por en medio de sendas de juicio,
21Para hacer que los que me aman tengan su heredad, Y que yo llene sus tesoros.
22Jehová me poseía en el principio, Ya de antiguo, antes de sus obras.
23Eternamente tuve el principado, desde el principio, Antes de la tierra.
24Antes de los abismos fui engendrada; Antes que fuesen las fuentes de las muchas aguas.
25Antes que los montes fuesen formados, Antes de los collados, ya había sido yo engendrada;
26No había aún hecho la tierra, ni los campos, Ni el principio del polvo del mundo.
27Cuando formaba los cielos, allí estaba yo; Cuando trazaba el círculo sobre la faz del abismo;
28Cuando afirmaba los cielos arriba, Cuando afirmaba las fuentes del abismo;
29Cuando ponía al mar su estatuto, Para que las aguas no traspasasen su mandamiento; Cuando establecía los fundamentos de la tierra,
30Con él estaba yo ordenándolo todo, Y era su delicia de día en día, Teniendo solaz delante de él en todo tiempo.
31Me regocijo en la parte habitable de su tierra; Y mis delicias son con los hijos de los hombres.
32Ahora, pues, hijos, oídme, Y bienaventurados los que guardan mis caminos.
33Atended el consejo, y sed sabios, Y no lo menospreciéis.
34Bienaventurado el hombre que me escucha, Velando a mis puertas cada día, Aguardando a los postes de mis puertas.
35Porque el que me halle, hallará la vida, Y alcanzará el favor de Jehová.
36Mas el que peca contra mí, defrauda su alma; Todos los que me aborrecen aman la muerte.
1La sabiduría edificó su casa, Labró sus siete columnas.
2Mató sus víctimas, mezcló su vino, Y puso su mesa.
3Envió sus criadas; Sobre lo más alto de la ciudad clamó.
4Dice a cualquier simple: Ven acá. A los faltos de cordura dice:
5Venid, comed mi pan, Y bebed del vino que yo he mezclado.
6Dejad las simplezas, y vivid, Y andad por el camino de la inteligencia.
7El que corrige al escarnecedor, se acarrea afrenta; El que reprende al impío, se atrae mancha.
8No reprendas al escarnecedor, para que no te aborrezca; Corrige al sabio, y te amará.
9Da al sabio, y será más sabio; Enseña al justo, y aumentará su saber.
10El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, Y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia.
11Porque por mí se aumentarán tus días, Y años de vida se te añadirán.
12Si fueres sabio, para ti lo serás; Y si fueres escarnecedor, pagarás tú solo.
13La mujer insensata es alborotadora; Es simple e ignorante.
14Se sienta en una silla a la puerta de su casa, En los lugares altos de la ciudad,
15Para llamar a los que pasan por el camino, Que van por sus caminos derechos.
16Dice a cualquier simple: Ven acá. A los faltos de cordura dijo:
17Las aguas hurtadas son dulces, Y el pan comido en oculto es sabroso.
18Y no saben que allí están los muertos; Que sus convidados están en lo profundo del Seol.
1Los proverbios de Salomón. El hijo sabio alegra al padre, Pero el hijo necio es tristeza de su madre.
2Los tesoros de maldad no serán de provecho; Mas la justicia libra de muerte.
3Jehová no dejará padecer hambre al justo; Mas la iniquidad lanzará a los impíos.
4La mano negligente empobrece; Mas la mano de los diligentes enriquece.
5El que recoge en el verano es hombre entendido; El que duerme en el tiempo de la siega es hijo que avergüenza.
6Hay bendiciones sobre la cabeza del justo; Pero violencia cubrirá la boca de los impíos.
7La memoria del justo será bendita; Mas el nombre de los impíos se pudrirá.
8El sabio de corazón recibirá los mandamientos; Mas el necio de labios caerá.
9El que camina en integridad anda confiado; Mas el que pervierte sus caminos será quebrantado.
10El que guiña el ojo acarrea tristeza; Y el necio de labios será castigado.
11Manantial de vida es la boca del justo; Pero violencia cubrirá la boca de los impíos.
12El odio despierta rencillas; Pero el amor cubrirá todas las faltas.
13En los labios del prudente se halla sabiduría; Mas la vara es para las espaldas del falto de cordura.
14Los sabios guardan la sabiduría; Mas la boca del necio es calamidad cercana.
15Las riquezas del rico son su ciudad fortificada; Y el desmayo de los pobres es su pobreza.
16La obra del justo es para vida; Mas el fruto del impío es para pecado.
17Camino a la vida es guardar la instrucción; Pero quien desecha la reprensión, yerra.
18El que encubre el odio es de labios mentirosos; Y el que propaga calumnia es necio.
19En las muchas palabras no falta pecado; Mas el que refrena sus labios es prudente.
20Plata escogida es la lengua del justo; Mas el corazón de los impíos es como nada.
21Los labios del justo apacientan a muchos, Mas los necios mueren por falta de entendimiento.
22La bendición de Jehová es la que enriquece, Y no añade tristeza con ella.
23El hacer maldad es como una diversión al insensato; Mas la sabiduría recrea al hombre de entendimiento.
24Lo que el impío teme, eso le vendrá; Pero a los justos les será dado lo que desean.
25Como pasa el torbellino, así el malo no permanece; Mas el justo permanece para siempre.
26Como el vinagre a los dientes, y como el humo a los ojos, Así es el perezoso a los que lo envían.
27El temor de Jehová aumentará los días; Mas los años de los impíos serán acortados.
28La esperanza de los justos es alegría; Mas la esperanza de los impíos perecerá.
29El camino de Jehová es fortaleza al perfecto; Pero es destrucción a los que hacen maldad.
30El justo no será removido jamás; Pero los impíos no habitarán la tierra.
31La boca del justo producirá sabiduría; Mas la lengua perversa será cortada.
32Los labios del justo saben hablar lo que agrada; Mas la boca de los impíos habla perversidades.
1El peso falso es abominación a Jehová; Mas la pesa cabal le agrada.
2Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; Mas con los humildes está la sabiduría.
3La integridad de los rectos los encaminará; Pero destruirá a los pecadores la perversidad de ellos.
4No aprovecharán las riquezas en el día de la ira; Mas la justicia librará de muerte.
5La justicia del perfecto enderezará su camino; Mas el impío por su impiedad caerá.
6La justicia de los rectos los librará; Mas los pecadores serán atrapados en su pecado.
7Cuando muere el hombre impío, perece su esperanza; Y la expectación de los malos perecerá.
8El justo es librado de la tribulación; Mas el impío entra en lugar suyo.
9El hipócrita con la boca daña a su prójimo; Mas los justos son librados con la sabiduría.
10En el bien de los justos la ciudad se alegra; Mas cuando los impíos perecen hay fiesta.
11Por la bendición de los rectos la ciudad será engrandecida; Mas por la boca de los impíos será trastornada.
12El que carece de entendimiento menosprecia a su prójimo; Mas el hombre prudente calla.
13El que anda en chismes descubre el secreto; Mas el de espíritu fiel lo guarda todo.
14Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo; Mas en la multitud de consejeros hay seguridad.
15Con ansiedad será afligido el que sale por fiador de un extraño; Mas el que aborreciere las fianzas vivirá seguro.
16La mujer agraciada tendrá honra, Y los fuertes tendrán riquezas.
17A su alma hace bien el hombre misericordioso; Mas el cruel se atormenta a sí mismo.
18El impío hace obra falsa; Mas el que siembra justicia tendrá galardón firme.
19Como la justicia conduce a la vida, Así el que sigue el mal lo hace para su muerte.
20Abominación son a Jehová los perversos de corazón; Mas los perfectos de camino le son agradables.
21Tarde o temprano, el malo será castigado; Mas la descendencia de los justos será librada.
22Como zarcillo de oro en el hocico de un cerdo Es la mujer hermosa y apartada de razón.
23El deseo de los justos es solamente el bien; Mas la esperanza de los impíos es el enojo.
24Hay quienes reparten, y les es añadido más; Y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza.
25El alma generosa será prosperada; Y el que saciare, él también será saciado.
26Al que acapara el grano, el pueblo lo maldecirá; Pero bendición será sobre la cabeza del que lo vende.
27El que procura el bien buscará favor; Mas al que busca el mal, éste le vendrá.
28El que confía en sus riquezas caerá; Mas los justos reverdecerán como ramas.
29El que turba su casa heredará viento; Y el necio será siervo del sabio de corazón.
30El fruto del justo es árbol de vida; Y el que gana almas es sabio.
31Ciertamente el justo será recompensado en la tierra; ¡Cuánto más el impío y el pecador!
1El que ama la instrucción ama la sabiduría; Mas el que aborrece la reprensión es ignorante.
2El bueno alcanzará favor de Jehová; Mas él condenará al hombre de malos pensamientos.
3El hombre no se afirmará por medio de la impiedad; Mas la raíz de los justos no será removida.
4La mujer virtuosa es corona de su marido; Mas la mala, como carcoma en sus huesos.
5Los pensamientos de los justos son rectitud; Mas los consejos de los impíos, engaño.
6Las palabras de los impíos son asechanzas para derramar sangre; Mas la boca de los rectos los librará.
7Dios trastornará a los impíos, y no serán más; Pero la casa de los justos permanecerá firme.
8Según su sabiduría es alabado el hombre; Mas el perverso de corazón será menospreciado.
9Más vale el despreciado que tiene servidores, Que el que se jacta, y carece de pan.
10El justo cuida de la vida de su bestia; Mas el corazón de los impíos es cruel.
11El que labra su tierra se saciará de pan; Mas el que sigue a los vagabundos es falto de entendimiento.
12Codicia el impío la red de los malvados; Mas la raíz de los justos dará fruto.
13El impío es enredado en la prevaricación de sus labios; Mas el justo saldrá de la tribulación.
14El hombre será saciado de bien del fruto de su boca; Y le será pagado según la obra de sus manos.
15El camino del necio es derecho en su opinión; Mas el que obedece al consejo es sabio.
16El necio al punto da a conocer su ira; Mas el que no hace caso de la injuria es prudente.
17El que habla verdad declara justicia; Mas el testigo mentiroso, engaño.
18Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; Mas la lengua de los sabios es medicina.
19El labio veraz permanecerá para siempre; Mas la lengua mentirosa sólo por un momento.
20Engaño hay en el corazón de los que piensan el mal; Pero alegría en el de los que piensan el bien.
21Ninguna adversidad acontecerá al justo; Mas los impíos serán colmados de males.
22Los labios mentirosos son abominación a Jehová; Pero los que hacen verdad son su contentamiento.
23El hombre cuerdo encubre su saber; Mas el corazón de los necios publica la necedad.
24La mano de los diligentes señoreará; Mas la negligencia será tributaria.
25La congoja en el corazón del hombre lo abate; Mas la buena palabra lo alegra.
26El justo sirve de guía a su prójimo; Mas el camino de los impíos les hace errar.
27El indolente ni aun asará lo que ha cazado; Pero haber precioso del hombre es la diligencia.
28En el camino de la justicia está la vida; Y en sus caminos no hay muerte.
1El hijo sabio recibe el consejo del padre; Mas el burlador no escucha las reprensiones.
2Del fruto de su boca el hombre comerá el bien; Mas el alma de los prevaricadores hallará el mal.
3El que guarda su boca guarda su alma; Mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad.
4El alma del perezoso desea, y nada alcanza; Mas el alma de los diligentes será prosperada.
5El justo aborrece la palabra de mentira; Mas el impío se hace odioso e infame.
6La justicia guarda al de perfecto camino; Mas la impiedad trastornará al pecador.
7Hay quienes pretenden ser ricos, y no tienen nada; Y hay quienes pretenden ser pobres, y tienen muchas riquezas.
8El rescate de la vida del hombre está en sus riquezas; Pero el pobre no oye censuras.
9La luz de los justos se alegrará; Mas se apagará la lámpara de los impíos.
10Ciertamente la soberbia concebirá contienda; Mas con los avisados está la sabiduría.
11Las riquezas de vanidad disminuirán; Pero el que recoge con mano laboriosa las aumenta.
12La esperanza que se demora es tormento del corazón; Pero árbol de vida es el deseo cumplido.
13El que menosprecia el precepto perecerá por ello; Mas el que teme el mandamiento será recompensado.
14La ley del sabio es manantial de vida Para apartarse de los lazos de la muerte.
15El buen entendimiento da gracia; Mas el camino de los transgresores es duro.
16Todo hombre prudente procede con sabiduría; Mas el necio manifestará necedad.
17El mal mensajero acarrea desgracia; Mas el mensajero fiel acarrea salud.
18Pobreza y vergüenza tendrá el que menosprecia el consejo; Mas el que guarda la corrección recibirá honra.
19El deseo cumplido regocija el alma; Pero apartarse del mal es abominación a los necios.
20El que anda con sabios, sabio será; Mas el que se junta con necios será quebrantado.
21El mal perseguirá a los pecadores, Mas los justos serán premiados con el bien.
22El bueno dejará herederos a los hijos de sus hijos; Pero la riqueza del pecador está guardada para el justo.
23En el barbecho de los pobres hay mucho pan; Mas se pierde por falta de juicio.
24El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; Mas el que lo ama, desde temprano lo corrige.
25El justo come hasta saciar su alma; Mas el vientre de los impíos tendrá necesidad
1La mujer sabia edifica su casa; Mas la necia con sus manos la derriba.
2El que camina en su rectitud teme a Jehová; Mas el de caminos pervertidos lo menosprecia.
3En la boca del necio está la vara de la soberbia; Mas los labios de los sabios los guardarán.
4Sin bueyes el granero está vacío; Mas por la fuerza del buey hay abundancia de pan.
5El testigo verdadero no mentirá; Mas el testigo falso hablará mentiras.
6Busca el escarnecedor la sabiduría y no la halla; Mas al hombre entendido la sabiduría le es fácil.
7Vete de delante del hombre necio, Porque en él no hallarás labios de ciencia.
8La ciencia del prudente está en entender su camino; Mas la indiscreción de los necios es engaño.
9Los necios se mofan del pecado; Mas entre los rectos hay buena voluntad.
10El corazón conoce la amargura de su alma; Y extraño no se entremeterá en su alegría.
11La casa de los impíos será asolada; Pero florecerá la tienda de los rectos.
12Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino de muerte.
13Aun en la risa tendrá dolor el corazón; Y el término de la alegría es congoja.
14De sus caminos será hastiado el necio de corazón; Pero el hombre de bien estará contento del suyo.
15El simple todo lo cree; Mas el avisado mira bien sus pasos.
16El sabio teme y se aparta del mal; Mas el insensato se muestra insolente y confiado.
17El que fácilmente se enoja hará locuras; Y el hombre perverso será aborrecido.
18Los simples heredarán necedad; Mas los prudentes se coronarán de sabiduría.
19Los malos se inclinarán delante de los buenos, Y los impíos a las puertas del justo.
20El pobre es odioso aun a su amigo; Pero muchos son los que aman al rico.
21Peca el que menosprecia a su prójimo; Mas el que tiene misericordia de los pobres es bienaventurado.
22¿No yerran los que piensan el mal? Misericordia y verdad alcanzarán los que piensan el bien.
23En toda labor hay fruto; Mas las vanas palabras de los labios empobrecen.
24Las riquezas de los sabios son su corona; Pero la insensatez de los necios es infatuación.
25El testigo verdadero libra las almas; Mas el engañoso hablará mentiras.
26En el temor de Jehová está la fuerte confianza; Y esperanza tendrán sus hijos.
27El temor de Jehová es manantial de vida Para apartarse de los lazos de la muerte.
28En la multitud del pueblo está la gloria del rey; Y en la falta de pueblo la debilidad del príncipe.
29El que tarda en airarse es grande de entendimiento; Mas el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad.
30El corazón apacible es vida de la carne; Mas la envidia es carcoma de los huesos.
31El que oprime al pobre afrenta a su Hacedor; Mas el que tiene misericordia del pobre, lo honra.
32Por su maldad será lanzado el impío; Mas el justo en su muerte tiene esperanza.
33En el corazón del prudente reposa la sabiduría; Pero no es conocida en medio de los necios.
34La justicia engrandece a la nación; Mas el pecado es afrenta de las naciones.
35La benevolencia del rey es para con el servidor entendido; Mas su enojo contra el que lo avergüenza.
1La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor.
2La lengua de los sabios adornará la sabiduría; Mas la boca de los necios hablará sandeces.
3Los ojos de Jehová están en todo lugar, Mirando a los malos y a los buenos.
4La lengua apacible es árbol de vida; Mas la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu.
5El necio menosprecia el consejo de su padre; Mas el que guarda la corrección vendrá a ser prudente.
6En la casa del justo hay gran provisión; Pero turbación en las ganancias del impío.
7La boca de los sabios esparce sabiduría; No así el corazón de los necios.
8El sacrificio de los impíos es abominación a Jehová; Mas la oración de los rectos es su gozo.
9Abominación es a Jehová el camino del impío; Mas él ama al que sigue justicia.
10La reconvención es molesta al que deja el camino; Y el que aborrece la corrección morirá.
11El Seol y el Abadón están delante de Jehová; ¡Cuánto más los corazones de los hombres!
12El escarnecedor no ama al que le reprende, Ni se junta con los sabios.
13El corazón alegre hermosea el rostro; Mas por el dolor del corazón el espíritu se abate.
14El corazón entendido busca la sabiduría; Mas la boca de los necios se alimenta de necedades.
15Todos los días del afligido son difíciles; Mas el de corazón contento tiene un banquete continuo.
16Mejor es lo poco con el temor de Jehová, Que el gran tesoro donde hay turbación.
17Mejor es la comida de legumbres donde hay amor, Que de buey engordado donde hay odio.
18El hombre iracundo promueve contiendas; Mas el que tarda en airarse apacigua la rencilla.
19El camino del perezoso es como seto de espinos; Mas la vereda de los rectos, como una calzada.
20El hijo sabio alegra al padre; Mas el hombre necio menosprecia a su madre.
21La necedad es alegría al falto de entendimiento; Mas el hombre entendido endereza sus pasos.
22Los pensamientos son frustrados donde no hay consejo; Mas en la multitud de consejeros se afirman.
23El hombre se alegra con la respuesta de su boca; Y la palabra a su tiempo, ¡cuán buena es!
24El camino de la vida es hacia arriba al entendido, Para apartarse del Seol abajo.
25Jehová asolará la casa de los soberbios; Pero afirmará la heredad de la viuda.
26Abominación son a Jehová los pensamientos del malo; Mas las expresiones de los limpios son limpias.
27Alborota su casa el codicioso; Mas el que aborrece el soborno vivirá.
28El corazón del justo piensa para responder; Mas la boca de los impíos derrama malas cosas.
29Jehová está lejos de los impíos; Pero él oye la oración de los justos.
30La luz de los ojos alegra el corazón, Y la buena nueva conforta los huesos.
31El oído que escucha las amonestaciones de la vida, Entre los sabios morará.
32El que tiene en poco la disciplina menosprecia su alma; Mas el que escucha la corrección tiene entendimiento.
33El temor de Jehová es enseñanza de sabiduría; Y a la honra precede la humildad.
1Del hombre son las disposiciones del corazón; Mas de Jehová es la respuesta de la lengua.
2Todos los caminos del hombre son limpios en su propia opinión; Pero Jehová pesa los espíritus.
3Encomienda a Jehová tus obras, Y tus pensamientos serán afirmados.
4Todas las cosas ha hecho Jehová para sí mismo, Y aun al impío para el día malo.
5Abominación es a Jehová todo altivo de corazón; Ciertamente no quedará impune.
6Con misericordia y verdad se corrige el pecado, Y con el temor de Jehová los hombres se apartan del mal.
7Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová, Aun a sus enemigos hace estar en paz con él.
8Mejor es lo poco con justicia Que la muchedumbre de frutos sin derecho.
9El corazón del hombre piensa su camino; Mas Jehová endereza sus pasos.
10Oráculo hay en los labios del rey; En juicio no prevaricará su boca.
11Peso y balanzas justas son de Jehová; Obra suya son todas las pesas de la bolsa.
12Abominación es a los reyes hacer impiedad, Porque con justicia será afirmado el trono.
13Los labios justos son el contentamiento de los reyes, Y éstos aman al que habla lo recto.
14La ira del rey es mensajero de muerte; Mas el hombre sabio la evitará.
15En la alegría del rostro del rey está la vida, Y su benevolencia es como nube de lluvia tardía.
16Mejor es adquirir sabiduría que oro preciado; Y adquirir inteligencia vale más que la plata.
17El camino de los rectos se aparta del mal; Su vida guarda el que guarda su camino.
18Antes del quebrantamiento es la soberbia, Y antes de la caída la altivez de espíritu.
19Mejor es humillar el espíritu con los humildes Que repartir despojos con los soberbios.
20El entendido en la palabra hallará el bien, Y el que confía en Jehová es bienaventurado.
21El sabio de corazón es llamado prudente, Y la dulzura de labios aumenta el saber.
22Manantial de vida es el entendimiento al que lo posee; Mas la erudición de los necios es necedad.
23El corazón del sabio hace prudente su boca, Y añade gracia a sus labios.
24Panal de miel son los dichos suaves; Suavidad al alma y medicina para los huesos.
25Hay camino que parece derecho al hombre, Pero su fin es camino de muerte.
26El alma del que trabaja, trabaja para sí, Porque su boca le estimula.
27El hombre perverso cava en busca del mal, Y en sus labios hay como llama de fuego.
28El hombre perverso levanta contienda, Y el chismoso aparta a los mejores amigos.
29El hombre malo lisonjea a su prójimo, Y le hace andar por camino no bueno.
30Cierra sus ojos para pensar perversidades; Mueve sus labios, efectúa el mal.
31Corona de honra es la vejez Que se halla en el camino de justicia.
32Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; Y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.
33La suerte se echa en el regazo; Mas de Jehová es la decisión de ella.
1Mejor es un bocado seco, y en paz, Que casa de contiendas llena de provisiones.
2El siervo prudente se enseñoreará del hijo que deshonra, Y con los hermanos compartirá la herencia.
3El crisol para la plata, y la hornaza para el oro; Pero Jehová prueba los corazones.
4El malo está atento al labio inicuo; Y el mentiroso escucha la lengua detractora.
5El que escarnece al pobre afrenta a su Hacedor; Y el que se alegra de la calamidad no quedará sin castigo.
6Corona de los viejos son los nietos, Y la honra de los hijos, sus padres.
7No conviene al necio la altilocuencia; ¡Cuánto menos al príncipe el labio mentiroso!
8Piedra preciosa es el soborno para el que lo practica; Adondequiera que se vuelve, halla prosperidad.
9El que cubre la falta busca amistad; Mas el que la divulga, aparta al amigo.
10La reprensión aprovecha al entendido, Más que cien azotes al necio.
11El rebelde no busca sino el mal, Y mensajero cruel será enviado contra él.
12Mejor es encontrarse con una osa a la cual han robado sus cachorros, Que con un fatuo en su necedad.
13El que da mal por bien, No se apartará el mal de su casa.
14El que comienza la discordia es como quien suelta las aguas; Deja, pues, la contienda, antes que se enrede.
15El que justifica al impío, y el que condena al justo, Ambos son igualmente abominación a Jehová.
16¿De qué sirve el precio en la mano del necio para comprar sabiduría, No teniendo entendimiento?
17En todo tiempo ama el amigo, Y es como un hermano en tiempo de angustia.
18El hombre falto de entendimiento presta fianzas, Y sale por fiador en presencia de su amigo.
19El que ama la disputa, ama la transgresión; Y el que abre demasiado la puerta busca su ruina.
20El perverso de corazón nunca hallará el bien, Y el que revuelve con su lengua caerá en el mal.
21El que engendra al insensato, para su tristeza lo engendra; Y el padre del necio no se alegrará.
22El corazón alegre constituye buen remedio; Mas el espíritu triste seca los huesos.
23El impío toma soborno del seno Para pervertir las sendas de la justicia.
24En el rostro del entendido aparece la sabiduría; Mas los ojos del necio vagan hasta el extremo de la tierra.
25El hijo necio es pesadumbre de su padre, Y amargura a la que lo dio a luz.
26Ciertamente no es bueno condenar al justo, Ni herir a los nobles que hacen lo recto.
27El que ahorra sus palabras tiene sabiduría; De espíritu prudente es el hombre entendido.
28Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio; El que cierra sus labios es entendido.
1Su deseo busca el que se desvía, Y se entremete en todo negocio.
2No toma placer el necio en la inteligencia, Sino en que su corazón se descubra.
3Cuando viene el impío, viene también el menosprecio, Y con el deshonrador la afrenta.
4Aguas profundas son las palabras de la boca del hombre; Y arroyo que rebosa, la fuente de la sabiduría.
5Tener respeto a la persona del impío, Para pervertir el derecho del justo, no es bueno.
6Los labios del necio traen contienda; Y su boca los azotes llama.
7La boca del necio es quebrantamiento para sí, Y sus labios son lazos para su alma.
8Las palabras del chismoso son como bocados suaves, Y penetran hasta las entrañas.
9También el que es negligente en su trabajo Es hermano del hombre disipador.
10Torre fuerte es el nombre de Jehová; A él correrá el justo, y será levantado.
11Las riquezas del rico son su ciudad fortificada, Y como un muro alto en su imaginación.
12Antes del quebrantamiento se eleva el corazón del hombre, Y antes de la honra es el abatimiento.
13Al que responde palabra antes de oír, Le es fatuidad y oprobio.
14El ánimo del hombre soportará su enfermedad; Mas ¿quién sorportará al ánimo angustiado?
15El corazón del entendido adquiere sabiduría; Y el oído de los sabios busca la ciencia.
16La dádiva del hombre le ensancha el camino Y le lleva delante de los grandes.
17Justo parece el primero que aboga por su causa; Pero viene su adversario, y le descubre.
18La suerte pone fin a los pleitos, Y decide entre los poderosos.
19El hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte, Y las contiendas de los hermanos son como cerrojos de alcázar.
20Del fruto de la boca del hombre se llenará su vientre; Se saciará del producto de sus labios.
21La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos.
22El que halla esposa halla el bien, Y alcanza la benevolencia de Jehová.
23El pobre habla con ruegos, Mas el rico responde durezas.
24El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; Y amigo hay más unido que un hermano.
1Mejor es el pobre que camina en integridad, Que el de perversos labios y fatuo.
2El alma sin ciencia no es buena, Y aquel que se apresura con los pies, peca.
3La insensatez del hombre tuerce su camino, Y luego contra Jehová se irrita su corazón.
4Las riquezas traen muchos amigos; Mas el pobre es apartado de su amigo.
5El testigo falso no quedará sin castigo, Y el que habla mentiras no escapará.
6Muchos buscan el favor del generoso, Y cada uno es amigo del hombre que da.
7Todos los hermanos del pobre le aborrecen; ¡Cuánto más sus amigos se alejarán de él! Buscará la palabra, y no la hallará.
8El que posee entendimiento ama su alma; El que guarda la inteligencia hallará el bien.
9El testigo falso no quedará sin castigo, Y el que habla mentiras perecerá.
10No conviene al necio el deleite; ¡Cuánto menos al siervo ser señor de los príncipes!
11La cordura del hombre detiene su furor, Y su honra es pasar por alto la ofensa.
12Como rugido de cachorro de león es la ira del rey, Y su favor como el rocío sobre la hierba.
13Dolor es para su padre el hijo necio, Y gotera continua las contiendas de la mujer.
14La casa y las riquezas son herencia de los padres; Mas de Jehová la mujer prudente.
15La pereza hace caer en profundo sueño, Y el alma negligente padecerá hambre.
16El que guarda el mandamiento guarda su alma; Mas el que menosprecia sus caminos morirá.
17A Jehová presta el que da al pobre, Y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar.
18Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza; Mas no se apresure tu alma para destruirlo.
19El de grande ira llevará la pena; Y si usa de violencias, añadirá nuevos males.
20Escucha el consejo, y recibe la corrección, Para que seas sabio en tu vejez.
21Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; Mas el consejo de Jehová permanecerá.
22Contentamiento es a los hombres hacer misericordia; Pero mejor es el pobre que el mentiroso.
23El temor de Jehová es para vida, Y con él vivirá lleno de reposo el hombre; No será visitado de mal.
24El perezoso mete su mano en el plato, Y ni aun a su boca la llevará.
25Hiere al escarnecedor, y el simple se hará avisado; Y corrigiendo al entendido, entenderá ciencia.
26El que roba a su padre y ahuyenta a su madre, Es hijo que causa vergüenza y acarrea oprobio.
27Cesa, hijo mío, de oír las enseñanzas Que te hacen divagar de las razones de sabiduría.
28El testigo perverso se burlará del juicio, Y la boca de los impíos encubrirá la iniquidad.
29Preparados están juicios para los escarnecedores, Y azotes para las espaldas de los necios.
1El vino es escarnecedor, la sidra alborotadora, Y cualquiera que por ellos yerra no es sabio.
2Como rugido de cachorro de león es el terror del rey; El que lo enfurece peca contra sí mismo.
3Honra es del hombre dejar la contienda; Mas todo insensato se envolverá en ella.
4El perezoso no ara a causa del invierno; Pedirá, pues, en la siega, y no hallará.
5Como aguas profundas es el consejo en el corazón del hombre; Mas el hombre entendido lo alcanzará.
6Muchos hombres proclaman cada uno su propia bondad, Pero hombre de verdad, ¿quién lo hallará?
7Camina en su integridad el justo; Sus hijos son dichosos después de él.
8El rey que se sienta en el trono de juicio, Con su mirar disipa todo mal.
9¿Quién podrá decir: Yo he limpiado mi corazón, Limpio estoy de mi pecado?
10Pesa falsa y medida falsa, Ambas cosas son abominación a Jehová.
11Aun el muchacho es conocido por sus hechos, Si su conducta fuere limpia y recta.
12El oído que oye, y el ojo que ve, Ambas cosas igualmente ha hecho Jehová.
13No ames el sueño, para que no te empobrezcas; Abre tus ojos, y te saciarás de pan.
14El que compra dice: Malo es, malo es; Mas cuando se aparta, se alaba.
15Hay oro y multitud de piedras preciosas; Mas los labios prudentes son joya preciosa.
16Quítale su ropa al que salió por fiador del extraño, Y toma prenda del que sale fiador por los extraños.
17Sabroso es al hombre el pan de mentira; Pero después su boca será llena de cascajo.
18Los pensamientos con el consejo se ordenan; Y con dirección sabia se hace la guerra.
19El que anda en chismes descubre el secreto; No te entremetas, pues, con el suelto de lengua.
20Al que maldice a su padre o a su madre, Se le apagará su lámpara en oscuridad tenebrosa.
21Los bienes que se adquieren de prisa al principio, No serán al final bendecidos.
22No digas: Yo me vengaré; Espera a Jehová, y él te salvará.
23Abominación son a Jehová las pesas falsas, Y la balanza falsa no es buena.
24De Jehová son los pasos del hombre; ¿Cómo, pues, entenderá el hombre su camino?
25Lazo es al hombre hacer apresuradamente voto de consagración, Y después de hacerlo, reflexionar.
26El rey sabio avienta a los impíos, Y sobre ellos hace rodar la rueda.
27Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, La cual escudriña lo más profundo del corazón.
28Misericordia y verdad guardan al rey, Y con clemencia se sustenta su trono.
29La gloria de los jóvenes es su fuerza, Y la hermosura de los ancianos es su vejez.
30Los azotes que hieren son medicina para el malo, Y el castigo purifica el corazón.
1Como los repartimientos de las aguas, Así está el corazón del rey en la mano de Jehová; A todo lo que quiere lo inclina.
2Todo camino del hombre es recto en su propia opinión; Pero Jehová pesa los corazones.
3Hacer justicia y juicio es a Jehová Más agradable que sacrificio.
4Altivez de ojos, y orgullo de corazón, Y pensamiento de impíos, son pecado.
5Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia; Mas todo el que se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza.
6Amontonar tesoros con lengua mentirosa Es aliento fugaz de aquellos que buscan la muerte.
7La rapiña de los impíos los destruirá, Por cuanto no quisieron hacer juicio.
8El camino del hombre perverso es torcido y extraño; Mas los hechos del limpio son rectos.
9Mejor es vivir en un rincón del terrado Que con mujer rencillosa en casa espaciosa.
10El alma del impío desea el mal; Su prójimo no halla favor en sus ojos.
11Cuando el escarnecedor es castigado, el simple se hace sabio; Y cuando se le amonesta al sabio, aprende ciencia.
12Considera el justo la casa del impío, Cómo los impíos son trastornados por el mal.
13El que cierra su oído al clamor del pobre, También él clamará, y no será oído.
14La dádiva en secreto calma el furor, Y el don en el seno, la fuerte ira.
15Alegría es para el justo el hacer juicio; Mas destrucción a los que hacen iniquidad.
16El hombre que se aparta del camino de la sabiduría Vendrá a parar en la compañía de los muertos.
17Hombre necesitado será el que ama el deleite, Y el que ama el vino y los ungüentos no se enriquecerá.
18Rescate del justo es el impío, Y por los rectos, el prevaricador.
19Mejor es morar en tierra desierta Que con la mujer rencillosa e iracunda.
20Tesoro precioso y aceite hay en la casa del sabio; Mas el hombre insensato todo lo disipa.
21El que sigue la justicia y la misericordia Hallará la vida, la justicia y la honra.
22Tomó el sabio la ciudad de los fuertes, Y derribó la fuerza en que ella confiaba.
23El que guarda su boca y su lengua, Su alma guarda de angustias.
24Escarnecedor es el nombre del soberbio y presuntuoso Que obra en la insolencia de su presunción.
25El deseo del perezoso le mata, Porque sus manos no quieren trabajar.
26Hay quien todo el día codicia; Pero el justo da, y no detiene su mano.
27El sacrificio de los impíos es abominación; ¡Cuánto más ofreciéndolo con maldad!
28El testigo mentiroso perecerá; Mas el hombre que oye, permanecerá en su dicho.
29El hombre impío endurece su rostro; Mas el recto ordena sus caminos.
30No hay sabiduría, ni inteligencia, Ni consejo, contra Jehová.
31El caballo se alista para el día de la batalla; Mas Jehová es el que da la victoria.
1De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas, Y la buena fama más que la plata y el oro.
2El rico y el pobre se encuentran; A ambos los hizo Jehová.
3El avisado ve el mal y se esconde; Mas los simples pasan y reciben el daño.
4Riquezas, honra y vida Son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová.
5Espinos y lazos hay en el camino del perverso; El que guarda su alma se alejará de ellos.
6Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.
7El rico se enseñorea de los pobres, Y el que toma prestado es siervo del que presta.
8El que sembrare iniquidad, iniquidad segará, Y la vara de su insolencia se quebrará.
9El ojo misericordioso será bendito, Porque dio de su pan al indigente.
10Echa fuera al escarnecedor, y saldrá la contienda, Y cesará el pleito y la afrenta.
11El que ama la limpieza de corazón, Por la gracia de sus labios tendrá la amistad del rey.
12Los ojos de Jehová velan por la ciencia; Mas él trastorna las cosas de los prevaricadores.
13Dice el perezoso: El león está fuera; Seré muerto en la calle.
14Fosa profunda es la boca de la mujer extraña; Aquel contra el cual Jehová estuviere airado caerá en ella.
15La necedad está ligada en el corazón del muchacho; Mas la vara de la corrección la alejará de él.
16El que oprime al pobre para aumentar sus ganancias, O que da al rico, ciertamente se empobrecerá. Preceptos y amonestaciones
17Inclina tu oído y oye las palabras de los sabios, Y aplica tu corazón a mi sabiduría;
18Porque es cosa deliciosa, si las guardares dentro de ti; Si juntamente se afirmaren sobre tus labios.
19Para que tu confianza sea en Jehová, Te las he hecho saber hoy a ti también.
20¿No te he escrito tres veces En consejos y en ciencia,
21Para hacerte saber la certidumbre de las palabras de verdad, A fin de que vuelvas a llevar palabras de verdad a los que te enviaron?
22No robes al pobre, porque es pobre, Ni quebrantes en la puerta al afligido;
23Porque Jehová juzgará la causa de ellos, Y despojará el alma de aquellos que los despojaren.
24No te entremetas con el iracundo, Ni te acompañes con el hombre de enojos,
25No sea que aprendas sus maneras, Y tomes lazo para tu alma.
26No seas de aquellos que se comprometen, Ni de los que salen por fiadores de deudas.
27Si no tuvieres para pagar, ¿Por qué han de quitar tu cama de debajo de ti?
28No traspases los linderos antiguos Que pusieron tus padres.
29¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes estará; No estará delante de los de baja condición.
1Cuando te sientes a comer con algún señor, Considera bien lo que está delante de ti,
2Y pon cuchillo a tu garganta, Si tienes gran apetito.
3No codicies sus manjares delicados, Porque es pan engañoso.
4No te afanes por hacerte rico; Sé prudente, y desiste.
5¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas? Porque se harán alas Como alas de águila, y volarán al cielo.
6No comas pan con el avaro, Ni codicies sus manjares;
7Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él. Come y bebe, te dirá; Mas su corazón no está contigo.
8Vomitarás la parte que comiste, Y perderás tus suaves palabras.
9No hables a oídos del necio, Porque menospreciará la prudencia de tus razones.
10No traspases el lindero antiguo, Ni entres en la heredad de los huérfanos;
11Porque el defensor de ellos es el Fuerte, El cual juzgará la causa de ellos contra ti.
12Aplica tu corazón a la enseñanza, Y tus oídos a las palabras de sabiduría.
13No rehúses corregir al muchacho; Porque si lo castigas con vara, no morirá.
14Lo castigarás con vara, Y librarás su alma del Seol.
15Hijo mío, si tu corazón fuere sabio, También a mí se me alegrará el corazón;
16Mis entrañas también se alegrarán Cuando tus labios hablaren cosas rectas.
17No tenga tu corazón envidia de los pecadores, Antes persevera en el temor de Jehová todo el tiempo;
18Porque ciertamente hay fin, Y tu esperanza no será cortada.
19Oye, hijo mío, y sé sabio, Y endereza tu corazón al camino.
20No estés con los bebedores de vino, Ni con los comedores de carne;
21Porque el bebedor y el comilón empobrecerán, Y el sueño hará vestir vestidos rotos.
22Oye a tu padre, a aquel que te engendró; Y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies.
23Compra la verdad, y no la vendas; La sabiduría, la enseñanza y la inteligencia.
24Mucho se alegrará el padre del justo, Y el que engendra sabio se gozará con él.
25Alégrense tu padre y tu madre, Y gócese la que te dio a luz.
26Dame, hijo mío, tu corazón, Y miren tus ojos por mis caminos.
27Porque abismo profundo es la ramera, Y pozo angosto la extraña.
28También ella, como robador, acecha, Y multiplica entre los hombres los prevaricadores.
29¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde? ¿Para quién lo amoratado de los ojos?
30Para los que se detienen mucho en el vino, Para los que van buscando la mistura.
31No mires al vino cuando rojea, Cuando resplandece su color en la copa. Se entra suavemente;
32Mas al fin como serpiente morderá, Y como áspid dará dolor.
33Tus ojos mirarán cosas extrañas, Y tu corazón hablará perversidades.
34Serás como el que yace en medio del mar, O como el que está en la punta de un mastelero.
35Y dirás: Me hirieron, mas no me dolió; Me azotaron, mas no lo sentí; Cuando despertare, aún lo volveré a buscar.
1No tengas envidia de los hombres malos, Ni desees estar con ellos;
2Porque su corazón piensa en robar, E iniquidad hablan sus labios.
3Con sabiduría se edificará la casa, Y con prudencia se afirmará;
4Y con ciencia se llenarán las cámaras De todo bien preciado y agradable.
5El hombre sabio es fuerte, Y de pujante vigor el hombre docto.
6Porque con ingenio harás la guerra, Y en la multitud de consejeros está la victoria.
7Alta está para el insensato la sabiduría; En la puerta no abrirá él su boca.
8Al que piensa hacer el mal, Le llamarán hombre de malos pensamientos.
9El pensamiento del necio es pecado, Y abominación a los hombres el escarnecedor.
10Si fueres flojo en el día de trabajo, Tu fuerza será reducida.
11Libra a los que son llevados a la muerte; Salva a los que están en peligro de muerte.
12Porque si dijeres: Ciertamente no lo supimos, ¿Acaso no lo entenderá el que pesa los corazones? El que mira por tu alma, él lo conocerá, Y dará al hombre según sus obras.
13Come, hijo mío, de la miel, porque es buena, Y el panal es dulce a tu paladar.
14Así será a tu alma el conocimiento de la sabiduría; Si la hallares tendrás recompensa, Y al fin tu esperanza no será cortada.
15Oh impío, no aceches la tienda del justo, No saquees su cámara;
16Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse; Mas los impíos caerán en el mal.
17Cuando cayere tu enemigo, no te regocijes, Y cuando tropezare, no se alegre tu corazón;
18No sea que Jehová lo mire, y le desagrade, Y aparte de sobre él su enojo.
19No te entremetas con los malignos, Ni tengas envidia de los impíos;
20Porque para el malo no habrá buen fin, Y la lámpara de los impíos será apagada.
21Teme a Jehová, hijo mío, y al rey; No te entremetas con los veleidosos;
22Porque su quebrantamiento vendrá de repente; Y el quebrantamiento de ambos, ¿quién lo comprende?
23También estos son dichos de los sabios: Hacer acepción de personas en el juicio no es bueno.
24El que dijere al malo: Justo eres, Los pueblos lo maldecirán, y le detestarán las naciones;
25Mas los que lo reprendieren tendrán felicidad, Y sobre ellos vendrá gran bendición.
26Besados serán los labios Del que responde palabras rectas.
27Prepara tus labores fuera, Y disponlas en tus campos, Y después edificarás tu casa.
28No seas sin causa testigo contra tu prójimo, Y no lisonjees con tus labios.
29No digas: Como me hizo, así le haré; Daré el pago al hombre según su obra.
30Pasé junto al campo del hombre perezoso, Y junto a la viña del hombre falto de entendimiento;
31Y he aquí que por toda ella habían crecido los espinos, Ortigas habían ya cubierto su faz, Y su cerca de piedra estaba ya destruida.
32Miré, y lo puse en mi corazón; Lo vi, y tomé consejo.
33Un poco de sueño, cabeceando otro poco, Poniendo mano sobre mano otro poco para dormir;
34Así vendrá como caminante tu necesidad, Y tu pobreza como hombre armado.
1También estos son proverbios de Salomón, los cuales copiaron los varones de Ezequías, rey de Judá:
2Gloria de Dios es encubrir un asunto; Pero honra del rey es escudriñarlo.
3Para la altura de los cielos, y para la profundidad de la tierra, Y para el corazón de los reyes, no hay investigación.
4Quita las escorias de la plata, Y saldrá alhaja al fundidor.
5Aparta al impío de la presencia del rey, Y su trono se afirmará en justicia.
6No te alabes delante del rey, Ni estés en el lugar de los grandes;
7Porque mejor es que se te diga: Sube acá, Y no que seas humillado delante del príncipe A quien han mirado tus ojos.
8No entres apresuradamente en pleito, No sea que no sepas qué hacer al fin, Después que tu prójimo te haya avergonzado.
9Trata tu causa con tu compañero, Y no descubras el secreto a otro,
10No sea que te deshonre el que lo oyere, Y tu infamia no pueda repararse.
11Manzana de oro con figuras de plata Es la palabra dicha como conviene.
12Como zarcillo de oro y joyel de oro fino Es el que reprende al sabio que tiene oído dócil.
13Como frío de nieve en tiempo de la siega, Así es el mensajero fiel a los que lo envían, Pues al alma de su señor da refrigerio.
14Como nubes y vientos sin lluvia, Así es el hombre que se jacta de falsa liberalidad.
15Con larga paciencia se aplaca el príncipe, Y la lengua blanda quebranta los huesos.
16¿Hallaste miel? Come lo que te basta, No sea que hastiado de ella la vomites.
17Detén tu pie de la casa de tu vecino, No sea que hastiado de ti te aborrezca.
18Martillo y cuchillo y saeta aguda Es el hombre que habla contra su prójimo falso testimonio.
19Como diente roto y pie descoyuntado Es la confianza en el prevaricador en tiempo de angustia.
20El que canta canciones al corazón afligido Es como el que quita la ropa en tiempo de frío, o el que sobre el jabón echa vinagre.
21Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan, Y si tuviere sed, dale de beber agua;
22Porque ascuas amontonarás sobre su cabeza, Y Jehová te lo pagará.
23El viento del norte ahuyenta la lluvia, Y el rostro airado la lengua detractora.
24Mejor es estar en un rincón del terrado, Que con mujer rencillosa en casa espaciosa.
25Como el agua fría al alma sedienta, Así son las buenas nuevas de lejanas tierras.
26Como fuente turbia y manantial corrompido, Es el justo que cae delante del impío.
27Comer mucha miel no es bueno, Ni el buscar la propia gloria es gloria.
28Como ciudad derribada y sin muro Es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda.
1Como no conviene la nieve en el verano, ni la lluvia en la siega, Así no conviene al necio la honra.
2Como el gorrión en su vagar, y como la golondrina en su vuelo, Así la maldición nunca vendrá sin causa.
3El látigo para el caballo, el cabestro para el asno, Y la vara para la espalda del necio.
4Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad, Para que no seas tú también como él.
5Responde al necio como merece su necedad, Para que no se estime sabio en su propia opinión.
6Como el que se corta los pies y bebe su daño, Así es el que envía recado por mano de un necio.
7Las piernas del cojo penden inútiles; Así es el proverbio en la boca del necio.
8Como quien liga la piedra en la honda, Así hace el que da honra al necio.
9Espinas hincadas en mano del embriagado, Tal es el proverbio en la boca de los necios.
10Como arquero que a todos hiere, Es el que toma a sueldo insensatos y vagabundos.
11Como perro que vuelve a su vómito, Así es el necio que repite su necedad.
12¿Has visto hombre sabio en su propia opinión? Más esperanza hay del necio que de él.
13Dice el perezoso: El león está en el camino; El león está en las calles.
14Como la puerta gira sobre sus quicios, Así el perezoso se vuelve en su cama.
15Mete el perezoso su mano en el plato; Se cansa de llevarla a su boca.
16En su propia opinión el perezoso es más sabio Que siete que sepan aconsejar.
17El que pasando se deja llevar de la ira en pleito ajeno Es como el que toma al perro por las orejas.
18Como el que enloquece, y echa llamas Y saetas y muerte,
19Tal es el hombre que engaña a su amigo, Y dice: Ciertamente lo hice por broma.
20Sin leña se apaga el fuego, Y donde no hay chismoso, cesa la contienda.
21El carbón para brasas, y la leña para el fuego; Y el hombre rencilloso para encender contienda.
22Las palabras del chismoso son como bocados suaves, Y penetran hasta las entrañas.
23Como escoria de plata echada sobre el tiesto Son los labios lisonjeros y el corazón malo.
24El que odia disimula con sus labios; Mas en su interior maquina engaño.
25Cuando hablare amigablemente, no le creas; Porque siete abominaciones hay en su corazón.
26Aunque su odio se cubra con disimulo, Su maldad será descubierta en la congregación.
27El que cava foso caerá en él; Y al que revuelve la piedra, sobre él le volverá.
28La lengua falsa atormenta al que ha lastimado, Y la boca lisonjera hace resbalar.
1No te jactes del día de mañana; Porque no sabes qué dará de sí el día.
2Alábete el extraño, y no tu propia boca; El ajeno, y no los labios tuyos.
3Pesada es la piedra, y la arena pesa; Mas la ira del necio es más pesada que ambas.
4Cruel es la ira, e impetuoso el furor; Mas ¿quién podrá sostenerse delante de la envidia?
5Mejor es reprensión manifiesta Que amor oculto.
6Fieles son las heridas del que ama; Pero importunos los besos del que aborrece.
7El hombre saciado desprecia el panal de miel; Pero al hambriento todo lo amargo es dulce.
8Cual ave que se va de su nido, Tal es el hombre que se va de su lugar.
9El ungüento y el perfume alegran el corazón, Y el cordial consejo del amigo, al hombre.
10No dejes a tu amigo, ni al amigo de tu padre; Ni vayas a la casa de tu hermano en el día de tu aflicción. Mejor es el vecino cerca que el hermano lejos.
11Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón, Y tendré qué responder al que me agravie.
12El avisado ve el mal y se esconde; Mas los simples pasan y llevan el daño.
13Quítale su ropa al que salió fiador por el extraño; Y al que fía a la extraña, tómale prenda.
14El que bendice a su amigo en alta voz, madrugando de mañana, Por maldición se le contará.
15Gotera continua en tiempo de lluvia Y la mujer rencillosa, son semejantes;
16Pretender contenerla es como refrenar el viento, O sujetar el aceite en la mano derecha.
17Hierro con hierro se aguza; Y así el hombre aguza el rostro de su amigo.
18Quien cuida la higuera comerá su fruto, Y el que mira por los intereses de su señor, tendrá honra.
19Como en el agua el rostro corresponde al rostro, Así el corazón del hombre al del hombre.
20El Seol y el Abadón nunca se sacian; Así los ojos del hombre nunca están satisfechos.
21El crisol prueba la plata, y la hornaza el oro, Y al hombre la boca del que lo alaba.
22Aunque majes al necio en un mortero entre granos de trigo majados con el pisón, No se apartará de él su necedad.
23Sé diligente en conocer el estado de tus ovejas, Y mira con cuidado por tus rebaños;
24Porque las riquezas no duran para siempre; ¿Y será la corona para perpetuas generaciones?
25Saldrá la grama, aparecerá la hierba, Y se segarán las hierbas de los montes.
26Los corderos son para tus vestidos, Y los cabritos para el precio del campo;
27Y abundancia de leche de las cabras para tu mantenimiento, para mantenimiento de tu casa, Y para sustento de tus criadas.
1Huye el impío sin que nadie lo persiga; Mas el justo está confiado como un león.
2Por la rebelión de la tierra sus príncipes son muchos; Mas por el hombre entendido y sabio permanece estable.
3El hombre pobre y robador de los pobres Es como lluvia torrencial que deja sin pan.
4Los que dejan la ley alaban a los impíos; Mas los que la guardan contenderán con ellos.
5Los hombres malos no entienden el juicio; Mas los que buscan a Jehová entienden todas las cosas.
6Mejor es el pobre que camina en su integridad, Que el de perversos caminos y rico.
7El que guarda la ley es hijo prudente; Mas el que es compañero de glotones avergüenza a su padre.
8El que aumenta sus riquezas con usura y crecido interés, Para aquel que se compadece de los pobres las aumenta.
9El que aparta su oído para no oír la ley, Su oración también es abominable.
10El que hace errar a los rectos por el mal camino, El caerá en su misma fosa; Mas los perfectos heredarán el bien.
11El hombre rico es sabio en su propia opinión; Mas el pobre entendido lo escudriña.
12Cuando los justos se alegran, grande es la gloria; Mas cuando se levantan los impíos, tienen que esconderse los hombres.
13El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.
14Bienaventurado el hombre que siempre teme a Dios; Mas el que endurece su corazón caerá en el mal.
15León rugiente y oso hambriento Es el príncipe impío sobre el pueblo pobre.
16El príncipe falto de entendimiento multiplicará la extorsión; Mas el que aborrece la avaricia prolongará sus días.
17El hombre cargado de la sangre de alguno Huirá hasta el sepulcro, y nadie le detendrá.
18El que en integridad camina será salvo; Mas el de perversos caminos caerá en alguno.
19El que labra su tierra se saciará de pan; Mas el que sigue a los ociosos se llenará de pobreza.
20El hombre de verdad tendrá muchas bendiciones; Mas el que se apresura a enriquecerse no será sin culpa.
21Hacer acepción de personas no es bueno; Hasta por un bocado de pan prevaricará el hombre.
22Se apresura a ser rico el avaro, Y no sabe que le ha de venir pobreza.
23El que reprende al hombre, hallará después mayor gracia Que el que lisonjea con la lengua.
24El que roba a su padre o a su madre, y dice que no es maldad, Compañero es del hombre destruidor.
25El altivo de ánimo suscita contiendas; Mas el que confía en Jehová prosperará.
26El que confía en su propio corazón es necio; Mas el que camina en sabiduría será librado.
27El que da al pobre no tendrá pobreza; Mas el que aparta sus ojos tendrá muchas maldiciones.
28Cuando los impíos son levantados se esconde el hombre; Mas cuando perecen, los justos se multiplican.
1El hombre que reprendido endurece la cerviz, De repente será quebrantado, y no habrá para él medicina.
2Cuando los justos dominan, el pueblo se alegra; Mas cuando domina el impío, el pueblo gime.
3El hombre que ama la sabiduría alegra a su padre; Mas el que frecuenta rameras perderá los bienes.
4El rey con el juicio afirma la tierra; Mas el que exige presentes la destruye.
5El hombre que lisonjea a su prójimo, Red tiende delante de sus pasos.
6En la transgresión del hombre malo hay lazo; Mas el justo cantará y se alegrará.
7Conoce el justo la causa de los pobres; Mas el impío no entiende sabiduría.
8Los hombres escarnecedores ponen la ciudad en llamas; Mas los sabios apartan la ira.
9Si el hombre sabio contendiere con el necio, Que se enoje o que se ría, no tendrá reposo.
10Los hombres sanguinarios aborrecen al perfecto, Mas los rectos buscan su contentamiento.
11El necio da rienda suelta a toda su ira, Mas el sabio al fin la sosiega.
12Si un gobernante atiende la palabra mentirosa, Todos sus servidores serán impíos.
13El pobre y el usurero se encuentran; Jehová alumbra los ojos de ambos.
14Del rey que juzga con verdad a los pobres, El trono será firme para siempre.
15La vara y la corrección dan sabiduría; Mas el muchacho consentido avergonzará a su madre.
16Cuando los impíos son muchos, mucha es la transgresión; Mas los justos verán la ruina de ellos.
17Corrige a tu hijo, y te dará descanso, Y dará alegría a tu alma.
18Sin profecía el pueblo se desenfrena; Mas el que guarda la ley es bienaventurado.
19El siervo no se corrige con palabras; Porque entiende, mas no hace caso.
20¿Has visto hombre ligero en sus palabras? Más esperanza hay del necio que de él.
21El siervo mimado desde la niñez por su amo, A la postre será su heredero.
22El hombre iracundo levanta contiendas, Y el furioso muchas veces peca.
23La soberbia del hombre le abate; Pero al humilde de espíritu sustenta la honra.
24El cómplice del ladrón aborrece su propia alma; Pues oye la imprecación y no dice nada.
25El temor del hombre pondrá lazo; Mas el que confía en Jehová será exaltado.
26Muchos buscan el favor del príncipe; Mas de Jehová viene el juicio de cada uno.
27Abominación es a los justos el hombre inicuo; Y abominación es al impío el de caminos rectos.
1Palabras de Agur, hijo de Jaqué; la profecía que dijo el varón a Itiel, a Itiel y a Ucal.
2Ciertamente más rudo soy yo que ninguno, Ni tengo entendimiento de hombre.
3Yo ni aprendí sabiduría, Ni conozco la ciencia del Santo.
4¿Quién subió al cielo, y descendió? ¿Quién encerró los vientos en sus puños? ¿Quién ató las aguas en un paño? ¿Quién afirmó todos los términos de la tierra? ¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes?
5Toda palabra de Dios es limpia; El es escudo a los que en él esperan.
6No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, Y seas hallado mentiroso.
7Dos cosas te he demandado; No me las niegues antes que muera:
8Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; No me des pobreza ni riquezas; Manténme del pan necesario;
9No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, Y blasfeme el nombre de mi Dios.
10No acuses al siervo ante su señor, No sea que te maldiga, y lleves el castigo.
11Hay generación que maldice a su padre Y a su madre no bendice.
12Hay generación limpia en su propia opinión, Si bien no se ha limpiado de su inmundicia.
13Hay generación cuyos ojos son altivos Y cuyos párpados están levantados en alto.
14Hay generación cuyos dientes son espadas, y sus muelas cuchillos, Para devorar a los pobres de la tierra, y a los menesterosos de entre los hombres.
15La sanguijuela tiene dos hijas que dicen: ¡Dame! ¡dame! Tres cosas hay que nunca se sacian; Aun la cuarta nunca dice: ¡Basta!
16El Seol, la matriz estéril, La tierra que no se sacia de aguas, Y el fuego que jamás dice: ¡Basta!
17El ojo que escarnece a su padre Y menosprecia la enseñanza de la madre, Los cuervos de la cañada lo saquen, Y lo devoren los hijos del águila.
18Tres cosas me son ocultas; Aun tampoco sé la cuarta:
19El rastro del águila en el aire; El rastro de la culebra sobre la peña; El rastro de la nave en medio del mar; Y el rastro del hombre en la doncella.
20El proceder de la mujer adúltera es así: Come, y limpia su boca Y dice: No he hecho maldad.
21Por tres cosas se alborota la tierra, Y la cuarta ella no puede sufrir:
22Por el siervo cuando reina; Por el necio cuando se sacia de pan;
23Por la mujer odiada cuando se casa; Y por la sierva cuando hereda a su señora.
24Cuatro cosas son de las más pequeñas de la tierra, Y las mismas son más sabias que los sabios:
25Las hormigas, pueblo no fuerte, Y en el verano preparan su comida;
26Los conejos, pueblo nada esforzado, Y ponen su casa en la piedra;
27Las langostas, que no tienen rey, Y salen todas por cuadrillas;
28La araña que atrapas con la mano, Y está en palacios de rey.
29Tres cosas hay de hermoso andar, Y la cuarta pasea muy bien:
30El león, fuerte entre todos los animales, Que no vuelve atrás por nada;
31El ceñido de lomos; asimismo el macho cabrío; Y el rey, a quien nadie resiste.
32Si neciamente has procurado enaltecerte, O si has pensado hacer mal, Pon el dedo sobre tu boca.
33Ciertamente el que bate la leche sacará mantequilla, Y el que recio se suena las narices sacará sangre; Y el que provoca la ira causará contienda.
1Palabras del rey Lemuel; la profecía con que le enseñó su madre.
2¿Qué, hijo mío? ¿y qué, hijo de mi vientre? ¿Y qué, hijo de mis deseos?
3No des a las mujeres tu fuerza, Ni tus caminos a lo que destruye a los reyes.
4No es de los reyes, oh Lemuel, no es de los reyes beber vino, Ni de los príncipes la sidra;
5No sea que bebiendo olviden la ley, Y perviertan el derecho de todos los afligidos.
6Dad la sidra al desfallecido, Y el vino a los de amargado ánimo.
7Beban, y olvídense de su necesidad, Y de su miseria no se acuerden más.
8Abre tu boca por el mudo En el juicio de todos los desvalidos.
9Abre tu boca, juzga con justicia, Y defiende la causa del pobre y del menesteroso. Elogio de la mujer virtuosa
10Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.
11El corazón de su marido está en ella confiado, Y no carecerá de ganancias.
12Le da ella bien y no mal Todos los días de su vida.
13Busca lana y lino, Y con voluntad trabaja con sus manos.
14Es como nave de mercader; Trae su pan de lejos.
15Se levanta aun de noche Y da comida a su familia Y ración a sus criadas.
16Considera la heredad, y la compra, Y planta viña del fruto de sus manos.
17Ciñe de fuerza sus lomos, Y esfuerza sus brazos.
18Ve que van bien sus negocios; Su lámpara no se apaga de noche.
19Aplica su mano al huso, Y sus manos a la rueca.
20Alarga su mano al pobre, Y extiende sus manos al menesteroso.
21No tiene temor de la nieve por su familia, Porque toda su familia está vestida de ropas dobles.
22Ella se hace tapices; De lino fino y púrpura es su vestido.
23Su marido es conocido en las puertas, Cuando se sienta con los ancianos de la tierra.
24Hace telas, y vende, Y da cintas al mercader.
25Fuerza y honor son su vestidura; Y se ríe de lo por venir.
26Abre su boca con sabiduría, Y la ley de clemencia está en su lengua.
27Considera los caminos de su casa, Y no come el pan de balde.
28Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; Y su marido también la alaba:
29Muchas mujeres hicieron el bien; Mas tú sobrepasas a todas.
30Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.
31Dadle del fruto de sus manos, Y alábenla en las puertas sus hechos.